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Paz El tercer fruto del Espíritu es Paz. Es tranquilidad y sosiego, lo opuesto a turbación. La paz del cristiano es con Dios y nos lo dice Romanos 5:1 "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo". Al tener paz con Dios se tiene paz con los hombres. Paz, es también, liberación de molestias, amistad y la ausencia de turbulencia en nuestras vidas. Isaías 9:6 menciona a Cristo como Príncipe de Paz y el versículo 7 nos dice que su paz es perdurable. Cristo, El mismo nos habla en Juan 14:27 de su paz y nos dice: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo." Es aquí sumamente claro que la paz que el mundo da, es una paz pasajera y temporera, casi siempre falsa y siempre muy frágil. La paz de Cristo es permanente y no depende de circunstancias externas; y es por eso que no se tiene miedo por las cosas que nos rodean de este mundo y esas cosas no nos quitan la paz de Dios. Aunque tenga problemas y te persigan, si es la paz de Dios la que tienes, la paz en tu alma seguirá. ¿Estás en paz con Dios y con los hombres? ¿Tú paz es permanente? Filipenses 4:7 nos dice que la paz de Dios sobrepasa todo entendimiento. Muchos hemos pasado la experiencia de sentir paz en medio de un gran problema, y algunos han dicho: "¿Cómo es que estoy tan tranquilo en medio de lo que me está pasando?" Si tienes la paz de Dios eres pacificador y en Mateo 5:9 dice: "Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios." El pacificador pone la paz donde hay contienda y es todo lo contrario a la cizaña. Debemos recordar que el tener a Dios en nuestros corazones y estando en paz con El, y estando en obediencia, recibimos la promesa del Salmo 23:4 que nos dice: "Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento." Nos dice que aunque estemos en un ambiente peligroso y con situaciones difíciles, no debemos tener miedo porque el Señor está con nosotros. Y para echar fuera el temor se logra con el amor de Dios, la confianza en Dios. Nos dice 1 Juan 4:18 así: "En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor." Y continua diciendo: "Porque el temor lleva en sí castigo". Lo cual nos dice que tener miedo por algo o alguien, con esto nos estamos castigando a nosotros mismos o nos están castigando. El perfecto amor de Dios echa fuera los temores. ¿Entonces, tan pronto uno tiene a Dios se va todo el temor? ¡No! Es un proceso. Y termina diciendo: "de donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor." Lo cual significa que el amor de Dios va perfeccionándose poco a poco en nosotros según tengamos nuestros corazones inclinados a Él. Mientras nuestro corazón se va llenando del Amor de Dios, así mismo el espacio que va ocupando el amor va sacando el temor. Y mientras más espacio ocupe el Amor de Dios, menos espacio queda para el temor.
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