Así te dice el Señor:
Hebreos 12:
4 Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo
contra el pecado; 5 y habéis ya olvidado la exhortación que como
a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la
disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él;
6 Porque el Señor al que ama castiga, y azota a todo el que
recibe por hijo.
7 Si soportáis el castigo, Dios os trata como a hijos; porque
¿qué hijo es aquel a quien el padre no castiga?
8 Pero si estáis sin castigo, del cual todos son hechos
partícipes, entonces sois bastardos, y no hijos.
9 Por otra parte, tuvimos a los padres de nuestra carne que nos
disciplinaban, y los reverenciábamos. ¿Por qué no obedeceremos
mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?
10 Y aquéllos, a la verdad, por pocos días nos castigaban como a
ellos les parecía, mas Éste para lo que nos es provechoso, a fin
de que participemos de su santidad.
11 A la verdad ningún castigo al presente parece ser causa de
gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de
justicia a los que por él son ejercitados.
12 Por lo cual alzad las manos caídas y las rodillas
paralizadas;
13 y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo
no se salga del camino, antes sea sanado.
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