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Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento las obras de sus manos. Salmo 19:1

El infierno y el lago de fuego

Mensaje del 15-feb-2014

La realidad del infierno, hades o lugar de tormento y el lago de fuego. Lo que muchos no quieren oír ni predicar.  Una realidad que advierte Jesucristo. Lo que pasa cuando una persona se va sin salvación.

 
 

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Escudriñe la Biblia, analice:

INFIERNO, Término de origen latino (infernus que significala parte de abajo) con que se traduce la voz hebrea Seol, y las griegas Hades, Gehenna y Tártaros (INMORTALIDAD).

      Seol aparece en el texto hebreo del Antiguo Testamento sesenta y cinco veces. Se traduce en la Reina Valera por "sepulcro", "sepultura", "infierno", "profundo", "sima" y otras palabras. En la 70 se traduce por HADES, nombre que los griegos aplicaron primero al rey del mundo invisible y posteriormente al lugar de los espíritus. El uso de Hades en vez de una transcripción de SEOL demuestra que las dos palabras se consideraban como sinónimos, aunque siempre había una diferencia: para los griegos, al Hades lo gobernaba un dios independiente de los dioses del cielo y de la tierra; los hebreos creían que el Seol era parte del reino de Jehová (Salmos 139:8; Proverbios 15:11). Los griegos pensaban que no existía salida del Hades, pero los piadosos hebreos, si bien contemplaban el Seol con cierto temor, esperaban salir de allí pues creían en la resurrección del cuerpo (Daniel 12:2; Hechos 26:6 al 8). Sin embargo, las ideas hebreas acerca del estado futuro siempre eran vagas; Pablo afirma que fue Cristo el que "sacó a luz la vida y la inmortalidad" (2 Timoteo 1:10).

    Hades aparece once veces en el Nuevo Testamento. Cristo librará a su Iglesia del Hades (Mateo 16:18). La doctrina del Nuevo Testamento en cuanto a la morada después de la muerte difiere mucho de la del Antiguo Testamento. El Nuevo Testamento afirma repetidas veces que los espíritus de los muertos redimidos se separan del cuerpo para estar con Cristo (Juan 14:2, 3; 17:24; 2 Corintios 5:8; Filipenses 1:23).

     Para explicar esta diferencia entre los testamentos, algunos han sostenido que Cristo al bajar al Hades (Hechos 2:27, 31) o a "las partes más bajas de la tierra" (Efesios 4:9), proclamó allí las buenas nuevas de la redención efectuada en la cruz (1 Pedro 3:18 al 20, DESCENSO AL INFIERNO). Habiendo preparado un lugar en la casa de su Padre, "llevó cautiva la cautividad" (Efesios 4:8), es decir, llevó al mismo cielo los santos redimidos que se hallaban en el Hades. Estos no habían ido antes al cielo porque si bien habían sido redimidos mediante el sacrificio de animales según la Ley del Antiguo Testamento, lo habían sido solo por promesa porque "la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados" (Hebreos 10:4).

    No hubo salvación completa sino hasta que Cristo derramó su propia sangre en la cruz. Desde entonces no hay redimidos en el Hades, sino solamente injustos en tormento.

    Gehenna aparece unas doce veces en el Nuevo Testamento. Es la transcripción griega de HINNOM, adoptada por los judíos después de la cautividad, y posteriormente por Jesús, para designar el lugar de tormento donde serán arrojados las personas reprobadas y los espíritus malignos. El Señor habla del Gehenna en términos solemnes y terribles (Mateo 5:22, 29, 30; 10:28; 18:9; 23:15, 33; Marcos 9:43 al 48; Lucas 12:5; Santiago 3:6).

    El Gehenna de los Evangelios y de Santiago se asemeja en mucho al Seol del Antiguo Testamento (Job 26:6), y parece ser sinónimo del "horno de fuego" de Mateo 13:42; del "lago de fuego" de Apocalipsis 19:20; 20:10, 14, 15y de la "perdición" de Apocalipsis 17:8, 11.

     El "tártaros" que se traduce por incienso en 2 Pedro 2:4, era el lugar de castigo según la mitología griega.

    Bajo el gobierno de un Dios infinitamente santo, justo, sabio y amoroso, obligado por su propia naturaleza, y por el cuidado que tiene del bienestar de su universo, expresa su aborrecimiento hacia el pecado, la existencia del infierno es una necesidad (Romanos 6:23; 2 Tesalonicenses 1:6 al 11; Apocalipsis 20:11 al 15).

    Los que son castigados en el infierno son criaturas libres, responsables, pecadoras e impenitentes, que han empleado mal el tiempo de prueba que se les ha concedido y rechazado la gracia que Dios les ha ofrecido. El gran deseo divino de librar a los hombres del infierno se manifiesta en la muerte de Cristo y en las amonestaciones dirigidas a los pecadores en la Biblia. Ninguna exégesis concienzuda de la Biblia puede hacer caso omiso del infierno.

    Hay una clara diferencia entre el infierno y el lago de fuego. Apocalipsis 20:14 dice:

"14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda."

Es claro que el infierno o Hades es una antesala de la condenación eterna. Se descubre adicionalmente, que la muerte es un personaje, la cual será lanzada también al lago de fuego.

   Las penas del infierno consistirán en la privación de la presencia y del amor de Dios, la ausencia de toda felicidad, la perpetuidad del pecado, el remordimiento de conciencia por las culpas pasadas, la convicción íntima de ser objeto de la justa ira de Dios, y todos los demás sufrimientos del cuerpo y el alma, que son los resultados naturales del pecado o los castigos estipulados en la Ley de Dios (Mateo 7:21, 23; 22:13; 25:41; 2 Tesalonicenses 1:9). Parece que el grado de los tormentos se medirá según el grado de la culpa (Mateo 10:15; 23:14; Lucas 12:47, 48). Este castigo será eterno, como lo será también la felicidad en el cielo. La IRA DE DIOS nunca dejará de existir sobre las almas perdidas (Mateo 25:46). Nada en todo el universo debe temerse tanto como una eternidad en el infierno.

    Se debe distinguir el uso figurado del Seol en muchos pasajes como Salmos 116:3 (Me encontraron las angustias del Seol) y Jonás 2:2 (donde el Seol equivale al vientre del pez).

    Hay varios sinónimos de Seol en el Antiguo Testamento: abismo (Isaías 14:15), sepulcro (Salmos 88:4), Abadón (Job 26:6), lugar de corrupción (Salmos 16:10). Ninguno de estos pasajes requiere la interpretación de que sea lugar de castigo.

    Es de notar que el Antiguo Testamento no da enseñanza clara sobre las condiciones en el Seol, tampoco acerca de castigo ni de corona. Sin embargo, Dahoad (Psalms III, Anchor Bible, páginas 304 al 305) sugiere que se encuentra los inicios de la doctrina del infierno en textos como Salmo 140:10; Job 15:30; 20:26.

    En la literatura judaica posterior al Antiguo Testamento, vemos el desarrollo de la idea de que el Seol está dividido en dos partes, una para los justos y otra para los injustos, dentro del mismo estado preliminar al destino final (Enoc 22:1 al 14).

    Es posible que Daniel 12:2 refleje este mismo concepto, puesto que los muertos que duermen en el polvo de la tierra posteriormente serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.

    Nunca se usa la palabra Seol en el Antiguo Testamento como la morada de Satanás y de los ángeles caídos.
 

 


 

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