En el Medio Oriente, desde Turquía hasta el Nilo, predominaba la religión del dios Luna, en masculino. Con el tiempo la influencia del dios Luna decayó en otras culturas, pero en la Península Arábiga continuó como el más grande de los dioses. De los 360 dioses adorados en La Kaaba, el dios Luna seguía siendo el principal antes de que Mahoma naciera. En Arabia, el nombre del dios Luna era Sîn, pero se le llamaba Al-ilá, que significa “el dios”, “la deidad” (es decir, el dios principal), y se abreviaba Alá.

Cuando Mahoma nació, los árabes agregaban la palabra “Alá” a los nombres de sus hijos. El padre de Mahoma se llamaba Abd-alá y su tío Obeid-alá.

Los hombres adultos de La Meca acostumbraban retirarse al desierto, las colinas y las grutas circundantes para ayunar, meditar y adorar a sus dioses. En el año 610, Mahoma se aprovisionó y pasó días enteros en una cueva del monte Hira, cerca de La Meca. Solitario en la cueva, durante varias noches meditó, adoró y recitó plegarias repetitivas, una forma de atraer demonios.

Cierta noche un demonio lo despertó, lo zarandeó y le dijo: “Tú eres el apóstol de Alá”. Lleno de pánico, huyó de la cueva, bajó de la montaña, llegó arrastrándose a su casa y le dijo a su esposa: “¡Cúbreme! ¡Cúbreme! ¡Temo por mi vida!”. Khadijah lo envolvió con una manta. Él le contó que se le había aparecido un djinn maligno.

Durante días Mahoma continuó sin hallar la paz. Desvariaba, tenía visiones, oía ruidos y susurros, creía que le hablaban espíritus malignos, pero no veía a nadie. Dudaba: “¿No es el diablo el que me llama?”. Se sintió poseído por demonios o que se había vuelto loco, varias veces pensó en suicidarse y una vez quiso lanzarse desde un acantilado. Su primo Alí y Khadijah le aseguraron que no había sido un demonio sino un ángel.

Un día Khadijah le dijo que cuando volviera la alucinación le avisara a ella, para comprobar si era un demonio o el ángel Gabriel. La siguiente vez Mahoma le dijo que el ente acababa de venir. Khadijah le dijo a Mahoma que se sentara a su izquierda; le preguntó que si podía verlo y él respondió que sí. Khadijah le dijo que se sentara sobre su muslo derecho; le preguntó si lo veía y contestó que sí. Khadijah le dijo que se sentara sobre su vientre. Ella se desnudó, se quitó el velo, le ordenó que la penetrara y volvió a preguntarle si lo veía. Esta vez Mahoma contestó que no.

Entonces ella le aseguró que había visto al ángel Gabriel, porque un demonio se habría quedado a gozar contemplando la cópula. Mahoma dejó de tener dudas y se convirtió en el portavoz de Alá. Khadijah fue su primera creyente, la primera musulmana y "la madre del islam".